sábado, 21 de marzo de 2015

La plenitud de la señorita Brodie de Muriel Spark


La trama de La plenitud de la señorita Brodie no tiene nada de especial: la profesora de una escuela femenina en Edimburgo, Jean Brodie, aglutina en torno a su persona a un pequeño grupo de alumnas leales, a las que pretende educar para la vida. Jean Brodie –inspirada en una profesora real que tuvo Muriel Spark-  es el tipo de mujer que, durante el periodo de entreguerras, buscaba definir, no sin contradicciones, su función social. El gran valor de esta novela lo aporta el juego del narrador omnisciente que anticipa de continuo el futuro de los personajes, porque con este uso inteligente de la prolepsis se pone en evidencia lo inútil que es todo intento de programar la vida de otras personas.


Muriel Spark (1918-2006) fue una de las escritoras británicas más galardonadas por una prolífica obra en la que cultivó los más diversos géneros, si bien debe su fama al estilo irónico e ingenioso de novelas como Los solteros, Las señoritas de escasos medios (publicadas en Impedimenta), El asiento del conductor (Contraseña), Muy lejos de Kensignton (Alfaguara) o Memento mori (Plataforma Editorial). Convertida al catolicismo, vivió desde 1954 en Florencia.

Casa de muñecas de Henryk Ibsen



Nora Helmer es el símbolo de la emancipación de la mujer. De la mujer que se rebela contra un destino impuesto por la tradición, por el dominio masculino, por la fuerza de los prejuicios. Cuando Nora Helmer abandona a su marido y a sus hijos, decidida a encontrar su propio lugar en el mundo, los fundamentos de la sociedad patriarcal se resquebrajan. Eso ocurrió el 21 de diciembre de 1879, cuando los espectadores del Teatro Real de Copenhague asistieron al estreno de Casa de muñecas. Comenzó así una polémica que aún dura.

El noruego Henrik Ibsen (1828-1906) es el mayor dramaturgo de todo el siglo XIX,  cuyo tardío éxito fue, sin embargo, un acontecimiento de carácter europeo.
Los grandes dramas ibsenianos enseñaron a dar naturalidad a las conversaciones, a presentar con verosimilitud la evocación del pasado, a dar corporeidad a grandes tensiones sin recurrir a escenas violentas. Y trajeron al teatro un repertorio de problemas dramáticos que eran, sin duda alguna, los de su tiempo: Casa de muñecas (1879) presentó el tema de la subordinación femenina; Espectros (1881), el de la herencia patológica; Un enemigo del pueblo (1882) y El pato salvaje (1884), los problemas del idealismo y la vocación.



El inicio de la primavera de Penelope Fitzgerald


Cuando Frank Reid regresa a casa tras un día  de trabajo, descubre que Nellie, su mujer, lo ha abandonado sin razón aparente. Mientras Frank asume con serenidad este hecho, el resto de los personajes que le rodean se esfuerzan por remediar lo que consideran una catástrofe doméstica. Este es uno de los grandes aciertos de la novela: el tono sereno, sin estridencias, con que el narrador relata situaciones de conflicto o  intensos sentimientos. Siempre hay un distanciamiento irónico, que tiñe el relato  de humor e impide que se contamine de patetismo. La tragedia personal de Frank Reid se desarrolla en los largos meses del invierno ruso. Estamos en 1913, en Moscú, ciudad en la que ha nacido Frank, hijo de un impresor inglés afincado en Rusia. La crisis matrimonial de Frank corre en paralelo con la del Imperio de los zares: tensiones políticas, conflictos ideológicos, crisis económica... Y el frío y la nieve interminables. Pero la primavera se acerca y, con el deshielo, llegará un desenlace sorprendente para este magnífico relato.


Penelope Fitzgerald (1916-2000)  publicó sus primeros libros a partir de los 58 años. No es una autora de una obra excesivamente extensa. Su novelas iniciales –La librería o A la deriva- partían de experiencias autobiográficas, tales como su trabajo en una librería de Suffolk  o los años que vivió en una casa fluvial sobre el Támesis. Posteriormente, novelas como Inocencia, El inicio de la primavera o La flor azul, considerada su obra maestra, se ambientan en el pasado. La editorial Impedimenta ha publicado en español buena parte de su obra.

domingo, 8 de marzo de 2015

Yo no soy Elizabeth Taylor. Veinte escritoras del siglo XX



El 8 de marzo es el Día Internacional de la Mujer y queremos celebrarlo recordando a veinte escritoras del siglo xx (algunas, también del xxi), porque, aunque la lucha por los derechos de la mujer comenzó hace mucho tiempo, fue en el siglo xx cuando se alcanzaron conquistas definitivas. Y a lograrlas contribuyó, y de forma decisiva, la literatura escrita por mujeres y sobre mujeres. En primer  lugar, reivindicando el derecho de la mujer a «escribir»: se terminaron los seudónimos masculinos –George Eliot, George Sand- para poder ganarse  el respeto y la justa valoración de sus obras. Y, en segundo lugar, porque a través de su creaciones literarias se ayudó a destruir los arquetipos sobre la mujer establecidos por la dominación masculina a lo largo de siglos.  Por ultimo, la presencia de las escritoras en la vida cultural y social ha servido de modelo y estímulo a multitud de mujeres.

Todo selección es, en mayor o menor medida, injusta. Faltan nombres de escritoras importantes, sin duda. Pero las que recordamos pueden aparecer con todo merecimiento en cualquier antología de literatura contemporánea. Hemos elegido solo narradoras en inglés sin más motivo que el de dar una mayor coherencia a la selección.