sábado, 21 de marzo de 2015

El inicio de la primavera de Penelope Fitzgerald


Cuando Frank Reid regresa a casa tras un día  de trabajo, descubre que Nellie, su mujer, lo ha abandonado sin razón aparente. Mientras Frank asume con serenidad este hecho, el resto de los personajes que le rodean se esfuerzan por remediar lo que consideran una catástrofe doméstica. Este es uno de los grandes aciertos de la novela: el tono sereno, sin estridencias, con que el narrador relata situaciones de conflicto o  intensos sentimientos. Siempre hay un distanciamiento irónico, que tiñe el relato  de humor e impide que se contamine de patetismo. La tragedia personal de Frank Reid se desarrolla en los largos meses del invierno ruso. Estamos en 1913, en Moscú, ciudad en la que ha nacido Frank, hijo de un impresor inglés afincado en Rusia. La crisis matrimonial de Frank corre en paralelo con la del Imperio de los zares: tensiones políticas, conflictos ideológicos, crisis económica... Y el frío y la nieve interminables. Pero la primavera se acerca y, con el deshielo, llegará un desenlace sorprendente para este magnífico relato.


Penelope Fitzgerald (1916-2000)  publicó sus primeros libros a partir de los 58 años. No es una autora de una obra excesivamente extensa. Su novelas iniciales –La librería o A la deriva- partían de experiencias autobiográficas, tales como su trabajo en una librería de Suffolk  o los años que vivió en una casa fluvial sobre el Támesis. Posteriormente, novelas como Inocencia, El inicio de la primavera o La flor azul, considerada su obra maestra, se ambientan en el pasado. La editorial Impedimenta ha publicado en español buena parte de su obra.

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